miércoles, 4 de febrero de 2015

LA EXPERIENCIA DE LAS TRINCHERAS

A partir de finales de 1914 los planes de guerra habían sido un fracaso y habían provocado cientos de miles de muertos y heridos.Los alemanes no habían podido tomar París, aniquilar el ejército francés u ocupar los puertos del canal de la Mancha. 
Aparecieron las trincheras, que son un resumen dela I Guerra Mundial.

1.-Ambos contendientes estaban muy equilibrados:

“El ejército alemán tenía tres veces más suboficiales que el francés, y sus pertrechos estaban mejor adaptados a las necesidades de la guerra moderna. 

2.-“Una y otra vez, tanto en el este como en el oeste, las ofensivas de uno y otro bando perdieron intensidad y tuvieron que ser interrumpidas debido al terrible número de bajas sufridas. Las fuerzas atacantes se encontraban siempre con problemas similares en el territorio enemigo.

3.-La potencia de fuego moderna de ametralladoras y cañones de rápido disparo hacían muy difícil la protección de las tropas y el avance en terreno abierto.

“El uso de las trincheras en una guerra con armamento industrial no era una novedad absoluta, ya que durante la guerra ruso-japonesa de 1904-1905 se habían empleado combinadas con algunos de los avances tecnológicos modernos, pero en ningún caso llegó a alcanzar el protagonismo que adquirió desde el otoño de 1914 en el frente occidental.Y es que desde aquel invierno y hasta la primavera de 1918 el sistema de trincheras fue fijo. Las ofensivas no se movían más que unos cientos de metros, algunos kilómetros a lo sumo. En conjunto se trataba de un complejo de excavaciones de seiscientos cincuenta kilómetros que comenzaba en el canal de la Mancha, en Bélgica, y que a través de Francia seguía una línea imaginaria que unía los territorios de las poblaciones de Ypres, Béthune, Arrás, Albert, Compiègne, Soissons, Reims, Verdún, Saint-Michel, Nancy y llegaba a la frontera suiza en las cercanías de Beurnevésin. Se trataba de dos sistemas paralelos de trincheras, uno en la parte oriental controlado por los alemanes, mientras que el occidental estaba en manos de los aliados.El soldado británico Stanley Casson, conocido posteriormente por su trabajo como arqueólogo y que moriría en servicio durante la Segunda Guerra Mundial, dejó escrito lo siguiente sobre su posición en el frente occidental: «Nuestras trincheras estaban situadas en una ligera pendiente, desde la que se dominaba el terreno alemán, con la nebulosa visión de una meseta más abajo.

LOS PELUDOS...

“La suciedad también se extendía a los propios cuerpos de los soldados. La imposibilidad de un aseo frecuente hizo que los piojos y otros parásitos afectasen a todos los contendientes por igual. Espulgar la ropa y a sí mismos formaba parte de la labor cotidiana de los soldados, había incluso despiojadores profesionales en las trincheras de apoyo que se encargaban de eliminar los parásitos de las prendas, pero la rotación de los soldados por el circuito del frente no les libraba de la presencia de estos incómodos huéspedes.

LA COMIDA...
“Los hombres comían en medio de aquella suciedad. Había tres refrigerios diarios y la ración oficial del ejército británico constaba de 570 gramos de carne fresca o 450 en conserva, 570 gramos de pan, 115 gramos de tocino, 85 gramos de queso y 225 gramos de hortalizas frescas o 60 secas al día. 

LA TIERRA DE NADIE...
“A los pocos meses de comenzar la guerra, la tierra de nadie estaba ya colmada de cadáveres que no podían ser recogidos por ninguno de los bandos. Su sola contemplación era espeluznante, como si de una premonición sobre el propio futuro se tratase. 

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